...Conocí a la persona más buena del mundo: bella, de tez blanca y jovial, de ojos azules que evocaban un profundo mar en calma, cantarina, coqueta, siempre cariñosa, siempre dulce, siempre atenta; se enfadaba si le llamabas guapa, que lo era, y regalaba tantas palabras bonitas que no era difícil sonrojarse a su lado. Siempre generosa. Agradecía las visitas pero te regañaba si venías de lejos. Siempre humilde...
La de los mil besos, el amor de muchas vidas.
Con todo mi amor,
hasta siempre.