miércoles, 24 de agosto de 2011

Conocí a la persona más buena del mundo

...Conocí a la persona más buena del mundo: bella, de tez blanca y jovial, de ojos azules que evocaban un profundo mar en calma, cantarina, coqueta, siempre cariñosa, siempre dulce, siempre atenta; se enfadaba si le llamabas guapa, que lo era, y regalaba tantas palabras bonitas que no era difícil sonrojarse a su lado. Siempre generosa. Agradecía las visitas pero te regañaba si venías de lejos. Siempre humilde...
La de los mil besos, el amor de muchas vidas.
Con todo mi amor,
hasta siempre.

martes, 12 de julio de 2011

Bajo la luz de la Luna

Miércoles 6 de Julio de 2011

A la una y media, bajo un sol de justicia, en una taberna de Navarrería en Iruña suena Ella, la canción de la última campaña. El bullicio blanquirojo la tararea, en sus caras la ilusión del día del Txupinazo cuando aún están todos los días de fiesta por delante. Y allí, en plenos San Fermínes yo sonrío, mi cabeza está muy lejos de allí, en un lugar frío que rememoro con la calidez del cariño. Y así, recordando cada uno de los buenos momentos que he vivido en los 36 días en el Ártico, los 13 vuelos, las 7 ciudades, el hielo y sus habitantes, los asentamientos, las minas, el barco, los laboratorios, las 6 cubiertas, el puente de mando, la instrumental room, los avistamientos a Proa, los sofás de cuero rojo, los dos camarotes, el frío, el sentimiento de estar en algún lugar en medio de ninguna parte y los maravillosos compañeros de viaje... ¡Me siento inmensamente feliz de haber podido vivir esta experiencia!
Aún queda trabajo por hacer, muchas reflexiones por elaborar y muchos compromisos por fijar (sobre todo con el planeta para no seguir cruzando tipping points) pero mientras tanto y para siempre sabré que el ártico fue mi casa y desearé volver; y que sea por mucho tiempo el hogar de parte de esos millones de especies que habitan el planeta y que nosotros podamos seguir admirando su blanco, su inmensidad, su dulzura (la del agua me refiero), su pureza, su azul vejez y su sorprendente e inigualable belleza. Y quién sabe, quizás un día recordar todo esto sabiendo que nuestra generación sentó las bases de un cambio a mejor en la salud del planeta mientras contemplo allí una bonita Aurora bajo la luz de la Luna.

Desembarco, despedidas, Primavera, zigzag por Europa y la brisa del Retiro

Jueves 30 de Junio de 2011

Desembarcamos.
En el barco se produce la primera despedida; gracias al intercambio de contactos nos enteramos de algo gracioso ¡Gaya en realidad se llama Gayantoniete!, también nos despedimos de Peterchapas. Ambos vuelan esta tarde a Oslo y de allí a los States.
No es tarea fácil sacar todo nuestro equipaje del barco y con él, nevera llena de pesadas muestras incluida, comienza nuestro periplo por Tromsø. Ha amanecido lloviendo y bajo esa fina lluvia nos hemos acercado a los almacenes del muelle para etiquetar el palé que se había quedado en tierra y asegurarnos de que todo nuestro equipo está junto para que no haya problemas en el envío.
Al llegar a la Universidad en taxi y acompañadas por Sigrid, quién va a ayudarnos con la logística allí (proporcionarnos llaves, enseñarnos dónde podemos tomar un café...), me doy cuenta de que me he dejado en el barco el scintillation liquid, reactivo que necesito añadir a mis muestras antes de introducirlas en la máquina supersónica; lo he abandonado en la mesa donde habíamos dejado todo el equipaje, entre mochilas y maletas. No me extraña pues ando con la cabeza llena de obligaciones, tengo una larga lista mental de tareas por hacer antes de poder regresar a casa. Por razones inherentes a mi personalidad no suelo permitirme ese tipo de fallos, soy de ese tipo de personas que no soporta olvidar o perder cosas, pero Inés enseguida me tranquiliza. Dice: eso te pasa por no ser despistada, si lo fueras no te sentirías culpable, te parecería lo normal. En cierta manera tiene razón. No tiene la menor importancia, pues Christian y Marit aún están en el Helmer Hanssen. Así que cualquiera puede encargarse de acercarlo a la universidad cuando traigan su propio material. La solución es fácil y pronto me perdono.
Abandonamos todos nuestros trastos junto a la entrada principal y comienza mi trabajo en la Universidad, al que Inés me ayuda con el fin de que ambas podamos descansar lo antes posible. Of course we are the best team ever known!... Sube escalera, baja escalera, coge muestras de aquí, échales el líquido allá, ponlas a medir en la máquina supersónica, consigue todas las llaves mágicas (la del almacén del sótano donde están los congeladores en los que se encuentran las muestras que dejé sin medir de la anterior campaña, la del laboratorio de la segunda planta en el que está la campana en la que tengo que trabajar para añadir a todos los viales el scintillation liquid, la del laboratorio de radioactividad, en el tercer piso, en el que se encuentra el scintillation counter y la tarjeta para no quedarme encerrada dentro si trabajo hasta más tarde de las tres)...
Sigrid resulta encantadora y divertidísima a pesar de que estamos retrasando su llegada a casa y el reencuentro con sus tres hijos. Nos confiesa que antes de verles ha de comprarles un regalo y que no sabe qué llevarles. Cuando por la noche le preguntamos qué ha comprado nos dice que un regalo para toda la familia; en una tienda de tés de Tromsø ha adquirido imanes y algún que otro chisme-cacharro. ¡Se ha salvado de recibir las caras de decepción que le hubieran puesto si hubiera llegado con las manos vacías!  
Allí en el hall de la Universidad, con el trabajo casi terminado por hoy, sólo haciendo un poco de tiempo para darle al start en la máquina supersónica (pues el scintillation liquid tarda unas horas en hacer su efecto), nos tomamos unos sandwiches, provisiones que habíamos guardado acertadamente del desayuno del barco, ¡menos mal porque la cafetería está cerrada y nosotras completamente starving!
Conseguimos llegar al Scandic Tromsø Hotel pero enseguida nos marchamos, pues queremos aprovechar la tarde “de tiendas” por el centro. Tras hora y media de rodeo a la montaña llegamos a town center.
De paseo y shopping: mira esta tienda, y tal otra. ¿Has visto que feo es esto? ¿y si te pruebas aquello? ¿Cuántos euros son 150 Krons? ¿Cómo puede costar esto 80 euros?... y así transcurre la tarde.
Siento que ambas campañas se han juntado, Madrid es un sueño intermedio que hace tanto tiempo que pasó que puede que no sea cierto... Tanto tiempo en ropa de deporte, con botas de montaña o con suerte deportivas; sin nada más allá del tiempo que ha dado para lavarse los dientes, gel, champú y poco más. Sin peinar, ni por supuesto pintar, arreglar o cuidar la imagen mínimamente. Y realmente te das cuenta que puedes vivir con muy poco, que nada es imprescindible, pocas cosas necesarias pero... Inés and I wanna feel as girls and just do such a stupid things... pues como bien decía Lara las campañas te embrutecen. Pasamos una nice afternoon de paseo y curioseo por las tiendas de Tromsø... ¡qué librería tan chula! Y... ¿has visto esas sandalias? ¿aquí usarán de eso?
Compramos provisiones para la comida de mañana y cuando se acercan las ocho nos acercamos al lugar donde creemos hemos quedado para cenar, pero ninguna de las dos habíamos prestado la atención suficiente cuando nos explicaron dónde estaba la pizzería, así que nos equivocamos de restaurante. No puede ser que a en punto no haya allí nadie así que comenzamos a dudar de nosotras mismas, bueno de la decisión que nos ha llevado a permanecer a las puertas de Pepe’s pizza, una casa roja en la main square. Entonces me acuerdo de una frase de Marit: close to the SAS Hotel y descubrimos nuestra equivocación. Conseguimos dar con la pizzería correcta situada en otro de los múltiples edificios rojos de Tromsø donde ya están todos los compañeros de campaña cerveza en mano y con elegante apariencia. Nosotras con nuestras aún pintas “de campaña”, las bolsas del supermercado y souvenirs adquiridos colgadas del brazo y la cara de “sentimos llegar tarde”.
A la mesa Sunjee, Marit, los Quebecuas (Jean and Johannie), el oso polar (Christian), Ingrid, Hans, el jovenzuelo (el marinero novato) y Sigrid; un grupo de gente genial. Entre las más divertidas de la cena están Sigrid e Ingrid que a efectos nominales son las Lara y Clara de la anterior campaña. La verdad es que hemos compartido esta campaña con gente divertidísima, encantadora, entrañable, interesante... sin duda un buen equipo que se reúne a cenar y tomar unas cervezas después de la ley seca del barco; entre risas la sugerencia de un crucero científico por un lugar más cálido, el Mediterráneo... ¡¿Quién sabe?! pues la vida ya me ha demostrado que nada es imposible.
Marit nos alaga regalándonos algún que otro piropo durante la cena, dice: si todos los Master students son como vosotras estoy segura que la ciencia del futuro... ¡brillará! ¡¡¡Gracias!!! Qué halago. Para mí ese es el principal adjetivo para definir tanto la luz del Ártico como la belleza interior de los compañeros de esta aventura... brillantes... ¡deslumbrantes!
Mi sentimiento es de agradecimiento por haber vivido esto, haber podido participar, conocer lugares impresionantes, compartir mi “novatez” con las vivencias de personas geniales, saborear una experiencia única que me ha permitido sacar un trabajo adelante pero también reflexionar, enriquecerme...
Queríamos haber grabado un vídeo para nuestros compis de la primera aventura desde el Ártico pero no da tiempo. A lo largo de esta campaña Inés y yo hemos sido poseídas por los distintos espíritus e incluso hemos intercambiado nuestras personalidades así que pensábamos aparecer las dos en el laboratorio bailando el shake it al más puro estilo Laramadonna y después Inés aparecería ataviada con las gigantescas botas de Peter diciendo ¿tu lavas tu chery con tu mano? ¡qué asco! Yo compro una toalla pequeña y gorda en Planisi, todo ello con el consecuente acento y yo por detrás aparecería con un palo de piruleta en la boca y múltiples pipetas (en vez de la multipipeta) en la mano dándole un grito: ¡Inéeeeesssss! Más tarde Inés tenía que aparecer corriendo de acá para allá apuntando cosas en un papel y yo parada con un pie en el aire y un dedo sobre los labios a lo biscuit. Ambas pensábamos concluir el video sentadas en Proa, navegando sobre las olas del Mar de Barents, sufriendo el viento del norte y bajo el sol de medianoche dedicando unas cariñosas palabras a esos tres chalados a los que estos días hemos echado de menos.
A una hora prudente nos despedimos de los compañeros entre brindis, abrazos y promesas de volver a vernos y cogemos un Taxi al hotel. En Tromsø, bajo el sol de medianoche... TAKK (to Helmer Hanssen and all the scientist on board on its first cruise) and GODNATT!!!

Viernes 1 de Julio de 2011

9:00 Después de una ducha bajamos a desayunar, el Scandic Hotel nos sorprende con un buffet libre de los que uno no sabe por dónde empezar...
Bajamos al mercado a comprar salmoncito, para llevar a casa “de contrabando”.
En la habitación del hotel repartimos enseres personales, mezclados después de estas semanas de convivencia, e Inés termina su maleta. En el ordenador suenan Moriría por Vos y Kamikaze de Amaral.
Pronto llega la despedida, un taxi recoge a Inés con su equipaje y la pesada nevera llena de muestras en la puerta del hotel. Ambas tenemos energía para afrontar el día y una sonrisa, pues sabemos que pronto estaremos disfrutando de la calidez y lo cotidiano en casa. Aunque aún estamos viviendo el final de la aventura ya lo recordamos con cariño. ¡Cuídate! ¡Nos vemos en las cálidas playas mallorquinas disfrutando un copazo con bien de hielo!
Yo comienzo mi paseo hasta la Uni haciendo honor a mi nombre, pues cual Clara la de Heidi recorro el camino por el bosque parándome a observar y fotografiar lo que me rodea, aquello que a pesar de ser 1 de Julio para mí es la primavera; agua del deshielo fluyendo por arroyos ladera abajo, espectaculares flores e insectos polinizándolas. El sol brilla.
A las 11 llego a la Universidad, donde hago mi trabajo: abre tapón, añade 5 mililitros de scintillation liquid a cada vial, cierra tapón, espera a que los viales que están desde ayer en el counter terminen de ser medidos, prepara el fichero para los datos... Pero también dedico tiempo a otras cosas; como y me despido de Marit, que se va corriendo a una reunión. La tía María ha sido mucho más que una buena jefa, ha sido apoyo, ayuda, cercanía, amabilidad, incluso amistad y sobretodo diversión.
A las 16 horas comienzo a colocar las 315 muestras de esta campaña en la máquina supersónica. Cerca de las cinco y media, habiendo dejado todas las llaves en un sobre en el casillero de Sigrid salgo por la puerta de la universidad de Tromsø. Mi trabajo en Noruega ha terminado.
Pasadas las seis llego caminando al hotel. Happy go lucky me entretiene en mi última noche bajo el sol de medianoche. Cerca de las doce y media apago la luz, en tres horas sonará el despertador que dará comienzo al largo viaje de vuelta a casa: Tromsø, Riga, Londrés, Madrid.

Sábado 2 de Julio de 2011

A las cuatro de la mañana en la recepción del Scandic Hotel de Tromsø con un café cargado en la mano y mucho sueño. La recepcionista me facilita la vida, un taxi en la puerta y un sándwich para más tarde. Hace frío, dos forros polares sobre la camiseta de manga larga a pesar de ser 2 de julio. En el aeropuerto facturo mi maleta a destino pero aún no han abierto los controles. Espero; palabra que va a definir mi largo recorrido zigzagueando por Europa para conseguir llegar a casa.
Air Baltic me lleva a Riga, Letonia, donde nada más poner los pies en tierra me sacude una bofetada de calor pegajoso, como aquel de Venezia de junio de 2008. Bienvenida al verano. Me quito capas y consigo conectarme a internet para mandar algunos mails de “fin de campaña”, que si le tengo que pedir a Elisabeth un favor, contestar a la Flower child que tras un viaje de locura consiguió llegar ayer por la noche a Palma, contarle a Johnna cómo están las cosas... En Riga es una hora más, ¡qué jaleo! El avión despega a las 11:35 hora local y aterriza a las 12:25 en Londres pero en medio pasan dos horas cincuenta minutos, segundo cambio horario del día. En este tiempo, también a bordo de un avión de Air Baltic, disfruto de las nubes y me leo ¡Indignaos! que me sabe a poco; aún queda en mi interior mucho de aquel espíritu revolucionario que nos invadía pancarta en mano a los quince años, y de esa idea de que está en nuestras manos cambiar el mundo, que aún no está todo perdido y que las acciones individuales sumadas pueden ser un gran movimiento que acabe con el absurdo sistema político, económico y social que rige el mundo; que está en nuestro poder conseguir que éste sea mejor en el futuro, que no es una utopía sino una posibilidad real que requiere compromiso y trabajo pero que es factible cumplir el sueño de conseguir para las generaciones futuras un mundo más justo y con su salud y la de sus habitantes y ecosistemas menos comprometida.
En Londres sigo los carteles de flight connection de la terminal S de Gatwick y de pronto me veo en una sala amplia pero vacía, en algún lugar de ninguna parte entre la terminal de salidas y la de llegadas, ajena al bullicio del aeropuerto. Aparece un empleado que pone en marcha la cinta y el detector de metales, ni siquiera me hace sacar el portátil de la mochila, es el final de su turno de trabajo y no está muy por la labor de esmerarse en su tarea. Mira mis papeles sin prestar atención al pasaporte y comprendo que no se ha visto en una situación tan difícil en su vida. Una chica que empezó a viajar hace horas en algún lugar de ¿Noruega?, acaba de aterrizar procedente de Riga y no dispone de la tarjeta de embarque para el próximo vuelo, para el cual aún faltan más de cinco horas... llama a la supervisora, que en absoluto es más espabilada que él, y se desentiende.
Menos mal que no voy con prisa pues para conseguir la ansiada tarjeta el procedimiento es increíblemente lento y complicado. Desde la misma sala fantasma hay que hacer una llamada desde unos teléfonos situados sobre mostradores que lucen carteles de diferentes aerolíneas y esperar; primero a que la llamada sea respondida y después a que alguien del personal de AirEuropa se presente allí para hacer el trámite y poder salir del limbo entre terminales en el que me encuentro.
Durante la paciente espera un portugués que mantiene una pulcra apariencia a pesar de llevar en su espalda un largo viaje que comenzó 24 horas atrás en Australia entabla conversación conmigo, primero en inglés y luego en un reducido pero amable castellano. Siempre he valorado esa amabilidad que lleva a los portugueses a tratar de comunicarse con nosotros en nuestra lengua, pues igual de vecinos somos nosotros de ellos y no nos sacas del boa noite y del muito obrigado... Está en la misma situación que yo, tras la correspondiente llamada ha de esperar a que alguien de la aerolínea con la que va a viajar a Lisboa se presente en aquella sala fantasma. Él también viene de trabajar en un crucero, pero no científico ni Ártico sino turístico por el Pacífico.
Tras largo rato aparece una señora que en nombre de AirEuropa me proporciona mi última tarjeta de embarque y se preocupa por mi maleta. Horas después en el mismo Gatwick veo a través de la ventanilla del avión como la cargan en la bodega lo cual me evita la incertidumbre de pasar las siguientes horas dudando sobre si aparecerá en la cinta de equipajes de barajas.
Cuando consigo salir de la fantasmagórica área de flight connection me doy cuenta que estoy completamente hambrienta, aunque en Londres sean sólo la una y cuarto han pasado más de diez horas desde que desayunara aquel café en la recepción del Scandic Hotel. Me siento en un banco frente a la elegante tienda de Harrods y saco la bolsa de comida de la mochila. Aunque lleve dos días comiendo jamón, queso y tomates cherry ¡me sabe a gloria!
Tengo cuatro horas de espera en las que recorro la mayoría de las tiendas del aeropuerto curioseando y tratando de encontrar en las librerías y quioscos de prensa algo de literatura en castellano pues estoy del inglés... Pero es misión imposible. Pienso en entretenerme con el ordenador incluso en comprarme algún dvd para amenizar la espera con una película pero los enchufes británicos son diferentes y no dispongo de adaptador para cargar la batería del portátil. Otra opción de posible entretenimiento descartada.
Harta ya de deambular por la terminal me meto en una agradable cafetería. Cuando ya he hecho mi pedido descubro que ni aceptan tarjetas de crédito ni tengo libras... ¡qué complicación! Me permiten pagar con euros pero me dan el cambio en peniques, que se suman a las coronas noruegas de mi monedero... ¡vaya colección inútil de calderilla! Aún así agradezco el té calentito y el descanso.
Parece muy inglés eso de tomar en Londres un té cerca de las cinco de la tarde, de hecho lo es pero para mí es simplemente el momento reconfortante en el que consigo adquirir fuerzas para afrontar el resto del viaje. Desde el año de Irlanda el o los tés diarios no faltan en mi vida ¡con lo cafetera que yo era!
Allí sentada leyendo un periódico deportivo que me encuentro sobre la mesa y que está dedicado casi por completo a la victoria de Nadal ante Murray en semifinales de Wimbledon me entero que mi vuelo a Madrid ha sido retrasado aparentemente una hora, finalmente serán casi dos.
En ese mismo lugar me encuentro una libra que junto con los peniques del cambio gasto en un cuadernillo de sopas de letras, ¡ya tengo entretenimiento para la espera y el viaje aunque sean sopas en inglés!
La paciente pero desesperante espera en Londres finaliza cuando después de más de seis horas allí consigo embarcar en el estrecho avión de AirEuropa, estrecho porque dispone sólo de dos asientos a cada lado del pasillo. Comparto viaje con un Georgiano que alucina con la burocracia española cuando las azafatas le proporcionan una ficha de datos que ha de rellenar todo viajero extracomunitario para entrar en España; también se sorprende de que yo me dirija a él en inglés, le han debido decir que viaja a un país en el que la lengua de Shakespeare es una gran desconocida... pues así es, o era, porque por suerte esto está cambiando.
A las diez menos cinco aterrizo en Madrid. Mi maleta sale de las primeras. Fuera, en la terminal uno, es de noche y hace calor. Pronto descubro las infinitas posibilidades de Madrid pues comparto unas agradables cerves acompañadas de pintxos y tapas pasadas las once en las terrazas de Ibiza, no la isla sino el vecino barrio cuyos bulevares de noche se refrescan con la brisa del Retiro.

viernes, 1 de julio de 2011

El fin de la navegación

Lunes 27 de Junio de 2011

¡Vaya nochecita! ¡Si no me he despertado quince veces no me he despertado ninguna! Y lo peor no ha sido salir del mundo de los sueños sino la manera de hacerlo; por efecto de las “intensas” olas me he pasado la noche rodando cual Boli Bic precipitándose por el escritorio. No me daba cuenta de que rodaba hacia el abismo desde mi “security place” en la cama, que consistía en pegarme a la pared y casi “atarme” a ella con el nórdico, hasta que se producía el choque cara – cortina. Y es que las literas de los camarotes tiene una cortinita que puedes cerrar para mantener un extraño aislamiento del resto del mundo, cual campaña infantil. Este artefacto llamado cortina ha actuado como un preciso sensor de movimiento toda la noche, pues durante el rodaje, al llegar a rozar mi cara contra ella me despertaba ¡mierda! ¡otra vez!, pero he de agradecerlo pues sino el choque hubiera sido notablemente peor nuca – mesa boca – suelo.
Nos levantamos con un nivel de sueño superior al habitual, ¡que ya es decir! Que se añade al adormecimiento propio que provoca la compasada danza del mar.
Poco a poco nos metemos en la rutina del trabajo y... ¡Bien! Nos adelantan el CTD. Cuanto antes mejor que el cansancio de los días se acumula y cada vez resulta más gratificante no perder el tiempo y acabar prontito la jornada.
Dicen que pasado mañana the weather is not gonna be nice. Lo que significa que va a haber unas olas de la virgen... ¡avisadas estamos!
Por la tarde me río a carcajadas en un momento de descanso en el laboratorio viendo un video que no sabía que tenía en el ordenador. Es de Vitoria, octubre de hace dos años, viaje de una horda de seguntinos al concierto de Potato; y en él dos buenos amigos disputan por saber quién ha bebido más vino. Como prueba las camisetas manchadas de la noche anterior. Como victoria la honra. Como escenario una terraza, más de veinte paisanos disfrutando del vermouth (cañas, txacolís y pintxos a tutti plein) y el sol en un día frío. Memorable.
Hoy es el primer día que fallamos en nuestro recién adquirido hábito deportivo... cambiamos el rato de gimnasio por una peli. En la Instrumental room con todas las compañeras de campaña y tras tres intentos (Alice in Wonderland, Bridge Corpse y The King’s Speech) acabamos viendo Memento; Ya no recordaba lo bien que transmite la sensación de incertidumbre y duda al espectador. La vi hace tiempo, concretamente hará unos 9 o 10 años, en el instituto. Así que a mitad abandono.
Ahora, después de varios días degustándolo para cenar, sé realmente el significado de “salmón noruego” ¡qué manjar!
Llevo diez días sin ver noche, ni tierra, ni puerto pero mañana el trabajo de laboratorio finaliza y empieza el embalado... We should pack everything, all the stuff from both cruises.
Nos hemos pasado con el termostato de la calefacción del camarote y cuando por fin se acaba el día y nos disponemos a descansar nos damos cuenta que el camarote 216 ya no es una región polar, ni siquiera pertenece al clima templado... ¡es tropical!
Arrastro el cansancio durante todo el día pero al meterme en la cama el sueño se esfuma y entonces Inés y yo arreglamos el mundo desde la cama y de repente suena un estruendo. Y ella se asusta:
-   ¿Qué pasa?
-   Nos estamos hundiendo. ;-)
-   No me hace gracia.
-   Espera que voy a ver...
No sabemos qué es. Me levanto a inspeccionar... No es en el baño, ni en el pasillo, ni proviene del calefactor con el que hemos estado trasteando para no morir de asfixia. Es un ruido intenso y fuerte que parece provenir de arriba, nunca antes había sonado, puede que sea algún motor o que los marineros estén haciendo alguna maniobra... ¿a estas horas?
Por suerte no tarda mucho en parar, parece que no nos hundimos... ¡ya podemos descansar tranquilas!

Martes 28 de Junio de 2011

Por la mañana última parte de calcificación (quitar los últimos viales del shaker y prepararlos-congelarlos hasta que me los lleve a la Universidad de Tromsø) y ¡se acabó! Fin del intento de “hacer ciencia”. Ahora... ¡a empaquetar todo el material!
A media mañana cogemos fuerzas con el Brownie de chocolate que ha preparado el cocinero, que es un tipo peculiar; alto, con el pelo que no se sabe si es muy rubio o muy blanco, siempre sonriente y siempre con pantalones rollo SKA de cuadros negros y blancos y su camisola blanca típica de andar entre fogones.
Gran parte de la mañana la invierto en hacer las dos cajas (realmente baúles) que contienen todo el material necesario para “estudiar” la calcificación del plancton marino. Ambas se van a Palma con más de lo que vinieron lo cual ha supuesto todo un reto, pues ya venían llenísimas. Cuando las cierro siento una gran liberación, una puerta que se cierra. El trabajo está hecho. Y entonces las marco por fuera con cinta verde que significa “¡una menos!” “caja lista para viajar”.
Después ayudo a Inés, pues ella tiene aún winklers por valorar. Como no podía ser de otra manera... ambas winkleamos a ritmo de: I don’t care if Monday’s blue, Tuesday is gray and Wednesday too. Thursday, I don’t care about you. It’s Friday, I’m in love. Monday, you can fall apart. Tuesday, Wednesday, break my heart. Oh! Thursday doesn’t even start. It’s Friday I’m inlove... Canción que además de permanecer al soundtrack del laboratorio Ártico, cantarla a voz en grito y ser de gran ayuda en el shake it, me recuerda mucho a un 2008-2009 bajo la fina lluvia irlandesa.
Marit, o como Inés y yo la llamamos debido a su amabilidad: la tía María, se pasa por el laboratorio para que todos firmemos una dedicatoria de agradecimiento a la tripulación. Un buen detalle. Lo mínimo después de lo amables que han sido y todo lo que nos han ayudado cuando necesitábamos un poco de anticongelante para los baños de temperatura o alguien que abriera una rosca demasiado apretada.
Después, toda la tarde empaquetando, un breve descanso para cenar rico salmón noruego con philadelphia sobre pan integral con cereales y finalmente cerca de las doce de la noche y habiendo transcurrido un largo día de trabajo: paramos.
No he hablado, digo escrito mucho de los compañeros de esta campaña. No pasamos demasiado tiempo con ellos pero compartimos desayuno, comida y cena y alguna sobremesa que otra y son todos divertidísimos y encantadores (salvo mi amigo Peter, “el chapas”, que no es mala gente, es un simple).
Para mañana aún nos quedan tres cajas por hacer, desmontar el último baño de temperatura (pues hoy aún lo estaban usando “los Quebecuas”, Johannie y Jean, hasta por la tarde) y preparar los palés para que todo viaje safety a Palma.
¡Objetivo conseguido!... Seguramente mañana nos dé tiempo a pasar una buena tarde de descanso. Y nos ahorremos la contrarreloj de recogida al final de ATP.

Miércoles 29 de Junio de 2011

¡Madre mía que mañanita de movimiento en el barco! Además teníamos que terminar las últimas cajas y hacer montañas con ellas para formar los palés que, embalados en film, serán mañana descargados en el muelle de Tromsø.
Pues no hacía mucho frío, llovía y luego paraba e incluso se avistaban algunos rayitos de un tímido sol, pero aún así ha sido imposible no calarnos. El mar acunaba el barco e Inés y yo cargábamos cajas de entre 30 y 40 kilos de acá para allá, las amontonábamos sobre palés; una encima de otra, como piezas de un lego gigante en la cubierta de pesca de arrastre. Mientras, continuaba el brusco zarandeo.
La sensación al caminar era la de un niño aprendiendo a andar; que no controla bien sus pasos, se acelera y frena torpemente. Pues así íbamos nosotras, empujadas de lado a lado por la fuerza del mar, que unas veces nos favorecía y otras nos ponía difícil el transporte del material. Al mismo tiempo el agua saltaba al chocar las olas contra el casco y subía por el lateral del barco hasta caer sobre nosotras cual ducha salada. Aún tengo la cara blanquecina y me saben los labios a sal.
Sin duda ha sido toda una aventura hacer los palés bajo esas circunstancias y como ni estábamos mareadas ni hacía frío nos lo hemos tomado con filosofía y hemos llevado a cabo la tarea con el mejor humor del mundo; entre traspiés, risas y lluvia marina.
La tarde ha sido todo lo contrario, pues con todos los palés preparados llegaba el merecido descanso. También hemos aprovechado para bajar al gimnasio (ya cuando el mar estaba algo calmado para no caer de la bici estática), lavar ropa y hacer la maleta.
Durante la cena he estado charlando con John, el físico, un noruego muy agradable. No sé muy bien porqué pero hemos charlado largo y tendido e incluso animadamente sobre pesquerías. John se parece físicamente a Marit y como ambos son entrañables Inés y yo nos referimos a ellos como Tía María y Tío Luis, que nos parece más familiar.
Cada vez voy recuperando más mi inglés de Irlanda, que no sé muy bien por cual rincón cerebral andaba escondido pero poco a poco va saliendo. Escuchamos noruego y francés pero sobre todo inglés y para comunicarnos english everywhere, es el medio que todos utilizamos. Incluso las conversaciones entre Inés y yo cada vez son más espaninglish.
Después de cenar nos juntamos a ver una peli en la Instrumental room comiendo chocolates que ha traído Marit para todos. Vemos “Los miserables”, yo sentada en el suelo con mis cómodos pantalones morados y la sudadera a modo de manta. Todos disfrutamos la película y los dulces.
Más tarde nos reunimos fortuitamente en el puente de mandos. Todos tenemos ese sentimiento de despedida, esto se acaba y fuera hace horas que nos rodean fiordos magníficos. El Helmer Hanssen se abre paso entre dos islas, una de ella Waterisland, porque está rodeada entera de agua nos dice Christian y se ríe ¡como si eso en una isla fuera novedad! Pasamos un buen rato charlando y disfrutando del calmado trayecto entre islas y fiordos. Vemos un pesquero gallego y como ya se han enterado que Inés y yo somos un poco payasas no disimulamos, nos ponemos a saludar desde la ventana.
Disfrutando de la vista panorámica, la conversación y el mar en calma nos dan más de las doce. Nice view and nice people.
En un rato hay que parar a repostar para dejar el barco lleno de carburante a la tripulación entrante. Era algo en lo que no había reparado... la fuente de energía de los barcos, el sistema de “gasolineras” para buques y su escasa frecuencia en el territorio. Nosotros nos tenemos que desplazar unas millas de nuestro rumbo, cruzar al otro lado del fiordo en el que nos encontramos para alcanzar la estación de repostaje. Curioso.
A las dos estaremos en Tromsø, esperamos estar dormidas para entonces. ¡¡¡Mañana en tierra!!!

domingo, 26 de junio de 2011

Muestreo y saludos ¡Hasta que nos tomemos un copazo!

Sábado 25 de Junio de 2011

Nos levantamos prontísimo, a las 6:15 ¡qué pereza-frío-sueño- pocas ganas de salir de debajo del edredón! Fuera hay un grado bajo cero y mucha humedad, pues el barco amanece envuelto en una densa niebla, tipo pelí británica de misterio. También está rodeado de bloques de hielo, que no placas, de entorno a un metro de alto y color blanco-nieve perfecto, que contrasta con el de los laguitos o mini arroyos de agua de deshielo que los recorren buscando su camino al mar. Son de un azul-glaciar intensamente bello.
Paso frío muestreando tres horas en la cubierta de pesca de arrastre... Muestrea el CTD, el agua a garrafas y para fuera, ¡que no se caliente!, limpia, aclara, rellena 60 mililitros de muestra en cada botellita de policarbonato, ¡no te confundas de garrafa!, cada muestra en su sitio, todo tiene un orden. ¡Para!, llega el segundo CTD. Muestrea para incubar agua procedente de diferentes profundidades, vuelve a cubierta y... otra vez lava, aclara, rellena con 60 mililitros de muestra, inocula, pipetea y conserva 250 μl de cada botella en ethanolamine, ¡hay que ser rápido y nada más inocular conservar muestra en los viales A!. Abre tapón, cierra tapón, llena otros 60 mililitros de la garrafa a la probeta y de allí a la botella de policarbonato. Abre tapón, inocula, conserva muestra, cierra tapón. ¡Las muestras que actúan como blancos hay que matarlas!, abre tapón, pipetea tres mililitros de nosequé buffer... Muertas, ¡ya no calcifican!, cierra tapón. Y así cuarenta y cinco veces... Al principio las manos duelen de frío, luego no las sientes y simplemente tratas de no perder la agilidad para que nada caiga al suelo. “Micromovimientos”. Todo ha de ser preciso y extremadamente cuidadoso en este “juego” de agua y radioactividad. ¡Venga que ya queda poco para tomar un té calentito!... 10:15. ¡Muestras listas para incubar! Las meto en sus bolsitas y las subo a cubierta.
-   ¡Hola Inés! ¿Cómo lo llevas?
-   Cerca de terminar... ¿tu?
- Bien, ¿en cinco minutos en el comedor para un merecido desayuno?
-   ¡Siiiiii!
Cada cual en su tanque o cubo. Compruebo que los baños de temperatura funcionan bien y están a las temperaturas correctas (0, 4 y 8 ºC). Los tubos de Inés y el cubo con agua por los que pasa constantemente agua running están justo a cero grados. Nosotras más que hambre... ¡debilidad! Y cuando por fin entramos a guarecernos dentro del barco nos encontramos la puerta del comedor cerrada... ¡no puede ser! ¿Qué pasa?
No hemos podido subir a la hora del desayuno y ahora andamos a punto del desmayo, pero coincide con la hora de fregar el suelo en el comedor. Así que el poco simpático marinero, quién hace en esta tripulación las tareas que llevaba a cabo nuestra querida Rambo durante ATP, nos prohíbe el paso. Al cabo de un rato de impaciente espera conseguimos nuestro objetivo: ¡un reconfortante desayuno!
Hoy es el día de la campaña con mayor volumen de trabajo, pues en plan “motivación máxima” hemos decidido duplicar el experimento (hacerlo con agua del mismo sitio para dos tiempo de incubación diferentes), además de hacer la estación de muestreo de agua de tres profundidades prevista.
Cuando llega la hora de la comida hay revuelo en el comedor. ¡El cocinero ha preparado unas gigantes megahamburguesas caseras! Sólo los marineros más robustos consiguen terminársela. Por poco pero I can’t manage with mine!
La tarde filtrando parte de las muestras de esta mañana, pues para la mayoría ya ha terminado su tiempo de incubación. Sólo quince se quedan en los baños de temperatura hasta mañana. Cuando termino de filtrar salgo por fin del laboratorio de radioactividad y me siento igual que cuando eres pequeño y sales de un cumpleaños que, aunque te lo hayas pasado muy bien (yo filtrando no me divierto tanto) sientes calor, tienes la cara roja, ganas de devolver, cansancio y dolor de cabeza. ¡No falla!
Casi doce horas trabajando contribuyen al malestar, pero aún así sacamos energía para bajar una hora al gimnasio. Entonces empieza el fuerte oleaje; y el pedaleo en la bici estática parece más real, con cuestas arriba y cuestas abajo a consecuencia de las olas.
Inés mientras winkleaba (agitaba winklers) me ha grabado un recopilatorio: Soundtrack ATP&Conflux Cruise. De sorpresa me lo encuentro sobre mi cama; decorado con florecitas, como no podía ser de otra manera viniendo de Flower child. ¡Genial!
Después yo le he llenado de carteles su lugar de trabajo en el laboratorio, rotulando frases míticas de la campaña sobre el plástico blanco que cubre la encimera. Una surgió hace un par de días cuando nos despedíamos de la Ice Polar Front junto al capitán, en el puente de mando; no podía faltar:
-   Qué pena Clara... ¡no vamos a volver a ver hielo nunca más! (Inés trascendental, realmente triste y reflexiva con el sentimiento de despedida y pérdida que nos invadía)
-   Y le digo: bueno... ¡hasta que nos tomemos un copazo! (Ambas nos reímos a carcajadas; y ese es el espíritu que intentamos mantener a bordo, de lo contrario todo sería más difícil).
De nuevo Biodraminadas (por si acaso la noche es movidita) subimos las dos a cenar.
Como el Cruise va muy bien de tiempo, es decir la campaña va incluso mejor que el horario previsto, han decidido inventarse una nueva estación que se hará entre la de hoy y la tercera y última prevista inicialmente, que será el lunes a 75 grados norte, sobre agua atlántica. Nos preguntan si nosotras podríamos o no participar en esta estación improvista e improvisada. Tendríamos que empezar esta noche o mañana por la mañana... Pensamos, barajamos la posibilidad pero... ¡Imposible! Inés no tiene winklers libres para muestrear, pues con el experimento doble y la estación de hoy están todos en uso. Y yo probablemente no tendría ni isótopo suficiente ni espacio luego en la máquina de Tromsø para medir más muestras. Así que nos la saltamos. Bueno casi, porque el CTD para Amanda sí que lo haremos. Para ella siempre hay tiempo y muestras (“modo irónico On”).
Antes de ir a dormir hay que pasar por cubierta, pues con las olas uno de los baños de temperatura ha empezado a fallar. Pero por suerte queda arreglado antes de congelarnos.
Para acabar el día grabamos un videosaludo... para echarnos unas risas, que en casa se queden más tranquilos y... ¡para que quede para la posteridad! Es broma, lo hacemos simplemente por pura diversión.



Hay un fuerte oleaje en el Mar de Barents, pero el trabajo duro está cerca de finalizar, así que satisfechas nos vamos pronto a dormir. Buenas noches.


Domingo 26 de Junio de 2011

El barco está parado. Me refiero a que mantiene su posición geográfica, pues estamos en medio de una estación de muestreo; pero quieto no está en absoluto. Las olas lo agitan y zarandean y él a nosotros a veces nos zarandea y otras nos mece: aaaaaarriba, aaaaaabajo, aaaaarriba, aaaaaaabajo... Trabajar dentro se complica. El estado de ánimo decae y reina un aturdimiento generalizado.
Tratamos de llenar bien el estómago en el desayuno para evitar el mareo y en seguida nos ponemos a trabajar. Es mejor no pensarlo y mantenerse ocupado. Yo tengo trabajo en el laboratorio de radioactividad, lugar que ya de por sí siento que absorbe mi energía; pero voy con ánimo: hoy tengo menos trabajo que ayer. Parar el shaker, con alicates las cubetas de los viales B a los C, tapa esto, cámbiale la etiqueta a aquello, séllalo con parafilm (parafilma que diría Johnna)... ¡otros 90  viales listos para almacenar en el congelador!
Después, a filtrar las últimas 15 muestras del experimento que ayer pusimos a incubar en duplicado. Monta la rampa de filtración, todo aclarado una vez en ácido clorhídrico y dos en agua de mar filtrada, saca las muestras de los baños de temperatura instalados en cubierta, bájalas al laboratorio de isótopos, enciende la bomba, asegúrate de que todo esté bien conectado y sellado, pon filtro, encima va el vaso de filtrado, parafilm, pinza, vierte muestra. ¡Y al lado otra y otra! Hazlo con lógica para saber dónde está en cada momento cada muestra. Aclara dos veces la botella de policarbonato con agua de mar filtrada, quita pinza, quita parafilm, retira el vaso con cuidado, lava las pinzas y conserva el filtro en el vial que corresponde... ¡y otra vez lo mismo! ¡Cuidado no se vaya a llenar el erlenmeyer de agua y el residuo pase a la bomba! Y cuando los filtros ya están en sus correspondientes viales aún no ha acabado: abre tapón, quítalo, tapa con un chisme de silicona que lleva una cubetita con un minifiltro (ya preparado así desde ayer), pipetea 0.2 mililitros de phenethylamine aquí y uno de ácido fosfórico allá. ¡Ya casi está! Enciende el shaker y asegúrate que con las olas la caja de los viales no se vaya a ir al suelo...
Ya sólo falta limpiar, conservar las botellas de policarbonato con clorhídrico dentro, guardar lo que ya no voy a usar y dejar todo listo para volver a muestrear mañana... ¡será la última estación! Pero sé que me va a faltar isótopo; así que saco el último mililitro de carbono catorce que me queda en la nevera y preparo la disolución para que mañana todo marche bien.
Son las doce. Minidescanso y manzana, que el estómago no puede estar vació con este oleaje.
Tengo que apuntar cosas en el cuaderno y pasar el estadillo del CTD al Excel del ordenador... ¡ah! y preparar lo necesario para muestrear después de comer la roseta para Amanda...
Es domingo, y según Marit el menú que degustamos hoy en la comida es lo que tradicionalmente se come los domingos en muchos hogares noruegos... Una especie de filetes de ¿cerdo? asados acompañados de chucrut y, cómo no, de brócoli casi crudo, patata hervida y una especie de pequeñas grosellas que crecen en arbustos rastreros del bosque boreal.
Minisiesta, de esas de diez minutos que sientan genial, en los sofás del salón y... ¡corre! Son las tres menos cuarto y a las tres está previsto el CTD para Amanda. Baja escaleras, sube la gradilla con los viales para DOC (Dissolved Organic Carbon), la caja con los tubitos para DIC (Dissolved Inorganic Carbon), un tubo de silicona para muestrear las botellas de la roseta, un cubo para sentarse y guantes de laboratorio... Coge el cuaderno y sube a la instrumental room, allí todo está listo para comenzar la maniobra. Apunta los datos y baja corriendo a muestrear. Luego fija muestras, ordena y almacena, pasa los datos al ordenador ¡otra cosa menos! Parece que no has tenido mucho trabajo y cuando lo ves escrito te cansas solo de pensarlo.
Inés todo el día midiendo oxígeno en las muestras que ha tenido 24 horas incubando. Winkleando a ritmo de Dr. Sapo (simpáticos paisanos), combina espectrofotómetro y titulador.
El vaivén nos baja el biorritmo pero estamos contentas pues la cuenta atrás ha comenzado. El fin de campaña está ya cerca.
Un poquito de gimnasio, cena y prontito a dormir que las olas contribuyen al cansancio. A ver cómo está el mar mañana.
Navegando rumbo sur para alcanzar mañana por la mañana los 75 grados latitud Norte - 30 grados longitud Este y comenzar la última estación.
Parece que en la Península hace mucho calor, yo lo añoro. También la noche y la luna, para variar. Siempre se quiere lo que no se tiene, así de caprichosos somos los humanos. Pero cuando no esté aquí, en el Ártico (a pesar de las olas) sé seguro que lo recordaré con mucho cariño y lo echaré de menos. Tengo la sensación de no haberme ido, de llevar aquí un mes en el que la semana en Madrid aparece en el recuerdo como un vago sueño. No es mucho tiempo pero ésta es mi casa, lo lleva siendo desde el 21 de Mayo. No queda mucho para que deje de serlo y no tengo ni idea de dónde estaré los próximos meses, pero da igual; de esta aventura siempre me quedarán un montón de buenos recuerdos.
Desde una montaña rusa, digo... desde un barco noruego Good night!

viernes, 24 de junio de 2011

Intentando "hacer ciencia" en el Ártico...


Jueves 23 de Junio de 2011

   Anoche estuvimos esperando para muestrear el CTD de agua de diferentes profundidades representativas del perfil; la roseta que debemos muestrear en cada estación para Amanda, esa desconocida que no ha venido a ninguna de las dos campañas pero que nos mantiene atareadas todos los días. Yo ni siquiera me he comunicado con ella, quizá no sepa ni que existo. Tampoco hemos recibido de ella una nota cordial o un mero agradecimiento y eso que le van a llegar más de 50 kilos de pequeñas muestras que probablemente le solucionarán parte de su tesis de doctorado. No quiero decir que necesite que se agradezca mi trabajo, pero esto es un gran favor, o un buen marrón (what a brown! decimos nosotras tomándonoslo con humor) y por lo menos creo que debería interesarse de vez en cuando por saber cómo van las cosas.
   Pues en esas estábamos, desde las 21:30 de la noche esperando que llegara la hora prevista para muestrear, muertas de sueño e impacientes por hacerlo e ir a dormir cuanto antes, pues hoy debíamos levantarnos too early in the morning.
   Casi las doce marcaba el reloj de la Instrumental room cuando por fin llega la hora de hacer la maniobra. Tomamos los datos de la estación en el cuaderno (latitud, longitud, hora UTC de muestreo, profundidad a la que se va a llenar cada botella...), esperamos los más de 20 minutos que tarda la roseta en subir de nuevo a bordo y bajamos corriendo a muestrearla. Pero al llegar allí nos damos cuenta que los dos marineros que se han encargado de tirar el CTD al mar y recogerlo tras su viaje por más de 200 metros de profundidad de agua ártica no tienen buena cara. Ha habido algún fallo en el sistema de cierre de las botellas y deben arreglarlo y volver a tirar el CTD al agua... ya entonces intuimos que íbamos a dormir poco. Hicimos tiempo tomando un vaso de yogur líquido y unos cereales en el comedor, volvimos a tomar los datos de las pantallas en la Instrumental room y bajamos de nuevo a esperar la llegada del agua para Amanda. El segundo intento también fue fallido. Pasaba la una de la noche cuando nos informaron: ¡abortamos misión! Otros científicos llevan rato esperando para empezar sus maniobras, que si alguien tiene que coger una red, el otro instalar unas trampas de gel no sé dónde... El horario durante la estación es así, si te demoras un poco retrasas el trabajo de las otras 20 personas. No era culpa nuestra, ni de los pobres marineros que hacen todo lo que pueden por mantener el ritmo y ayudar lo máximo posible sea la hora que sea. Simplemente a veces las cosas no salen según lo previsto. Entonces se nos propuso realizar la maniobra en torno a la hora de comer de hoy. Sin agua, con sueño y con el sentimiento de haber perdido el tiempo pudiendo haber estado en la cama hace horas nos vamos a la cama. Toca dormir poco.
A las 6:15 en pie. Legañas, cereales, un té calentito. El barco está casi desierto. Fuera está la frontera con el hielo polar (Ice Polar Front) y frío, mucho frío. A las 7:00 muestreando. Rellena garrafas de la roseta: la primera es de agua de superficie para empezar el segundo experimento en los baños de temperatura de cubierta; el segundo CTD es de agua de superficie, del máximo de clorofila e intermedia entre ambas profundidades, para las incubaciones en los tubos (Inés) y el cubo (yo) a través de los cuales circula constantemente agua. Llena 60 mililitros de agua procedente de las garrafas de agua ártica recién cogida en cada botella de policarbonato, mis muestras para medir calcificación. Inocula isótopo, conserva 250 μl de muestra marcada isotópicamente en los viales A (y... ¡listos para ser medidos a la llegada a Tromsø!), mata dos de las cinco muestras que haces para cada temperatura (las del experimento con agua de superficie) o profundidad (las que cojo en cada una de las tres Main Stations e incubo en el cubo) para que actúen como blanco. Todo a incubar
¡que frío!
Trabajo casi tres horas en la zona de la roseta y la cubierta de pesca de arrastre, para que el agua de las muestras no se caliente y el fitoplancton no empiece a aumentar sus tasas de actividad (metabolismo, calcificación...) antes de tiempo. Si me meto a trabajar dentro del laboratorio, donde por fin se está calentito, el fitoplancton, cuyo ambiente es el gélido ártico, sufriría un fuerte shock térmico.
El problema es que el agua con la que estoy trabajando es puramente ártica, estaba en superficie a -1,2 ºC (no como la atlántica del primer experimento que estaba a 5 ºC); esto significa que esas tres horas que me separan de tener todo listo para la incubación yo las he de pasar trabajando a una temperatura parecida a la del agua... ¿qué mejor sitio que fuera para conservar la temperatura? La de las muestras digo, porque la mía la voy perdiendo poco a poco, igual que la sensibilidad y agilidad de las manos y proporcinalmente aumenta la contractura muscular y el enrojecimiento de nariz. Hasta las 10:15, cuando llega el momento de disfrutar un merecido desayuno.
Los baños de temperatura funcionan correctamente con la ayuda del anticongelante que les echamos al llegar a 78 grados norte, pues el primero debe estar ahora a la misma temperatura del agua de superficie que, como ya he dicho, es -1.2 ºC... ¡cómo para darse un baño!
12:30. De improvisto a muestrear el CTD para Amanda, el que anoche nos falló. ¡Qué susto! Menos mal que todo estaba preparado y que no llega en mal momento pues yo aún ando haciendo tiempo hasta que mis muestras terminen de ser incubadas.
Poco después una comida riquísima; entre otras cosas unos filetes de cerdo con salsa champiñones a la pimienta que me hace recordar los guisos de papá, el sabor a hogar.
Enseguida, sin sobremesa, me pongo a filtrar todas las muestras, una detrás de otra. Increíble pero cierto: la bomba funciona correctamente. No me da ningún problema y tardo menos de lo que pensaba en filtrar las treinta muestras. Poco a poco transcurre el día, sin parar de trabajar para cumplir con el timing del experimento y la estación programados para hoy. E Inés y yo lo cumplimos de sobra... ¡Somos unas máquinas!
A las 18:30, doce horas después de empezar a trabajar, estamos en el gimnasio con un CD de música energizante a todo volumen. Suenan los Black Eye Peas. Motivación máxima. Tonight is gonna be a good night... Y lo será porque vamos a poder dormir y descansar bien, ¡mínimo siete horas! Yo hago 15 kilómetros en la media hora que paso sobre la bici; pienso... ¡no está mal para hacer tantos años que no cojo una de verdad!
Un rato de estiramientos y a cenar sin duchar, que aún no se puede. Riquísimo salmón noruego, picoteo y ensaladas varias... ññññaaaaammmm. Una de esas cenas en las que picas un poco de cada y disfrutas de todo.
Después, aún en mallas, salimos a cubierta a fotografiar el hielo y el reflejo del sol que se cuela entre las densas nubes.
Hace frío, muchísimo frío. Nos resguardamos en el puente de mandos. Y allí, a las nueve de la noche junto al capitán nos despedimos del hielo; bye bye ice polar front... Nice to meet & to see you!!! Creo y espero no olvidar nunca este lugar tan mágico, este paisaje tan impresionante, este frío tan profundo y la sensación de vida y belleza que transmite al respirarlo, al contemplarlo, al descubrirlo, al sentirlo como propio...
Ahora en la Instumental room del Helmer Hanssen, mientras navegamos ya rumbo sur dejando atrás la frontera con el hielo, van divisándose cada vez menos icebergs por la ventana y me dedico a resumir el día en este diario.
Pienso en lo que me queda para mañana: quitar las muestras del shaker y dejar todo listo para empezar de nuevo. Llegaremos a la segunda Main station, pero nosotras no muestreamos en ella hasta pasado mañana a las siete de la mañana. Así que yo espero tener tiempo para ayudar a Inés (que la pobre tiene tela) y también para seguir divagando como de costumbre.
Son las once y media pasadas: a dormir. Con el pelo mojado y la sensación reconfortante de una buena ducha (se pueden usar pero no por mucho tiempo, desde ahora otras treinta horas no shower). Y rumbo al sur to the next station!

Viernes 24 de Junio de 2011

Sueño con que me retuercen el brazo por culpa de un armario que cerrado se abre sin llave. Bueno, en realidad por mi impaciencia ayer por la tarde para encontrar el ácido fosfórico; pues, a punto de acabar de inyectar los viales se me había acabado; tenía que preparar más en disolución y ni la llave del armario ni las personas que supuestamente la tenían aparecían por ningún lado. Pero vamos, que el armario no cumple muy bien lo de guardar los químicos con seguridad bajo llave... ;-)
Suena la alarma del móvil, de hecho las alarmas, porque la de Inés y la mía se turnan para avisarnos cada poco tiempo y decirnos una y otra vez ¡venga! ¡a levantarse! Y nosotras mentalmente contestamos: cinco minutitos más porfi...
A punto de que suene la llamada al desayuno nos deslizamos cama abajo, yo helada de frío como casi todas las mañanas desde que empezó esta campaña y con los ojos aún entornados subimos a desayunar. ¡Comienza otro día de trabajo en el Helmer Hanssen!
La mañana entre termina esto y prepara lo otro. Yo en mi minilaboratorio de radioactividad bien: dejo ya otras 90 muestras almacenadas en el congelador listas para ser medidas en el Scintillation Counter de Tromsø y todo pensado y preparado para el doble experimento y la estación que haremos mañana. Pero abajo, en el sótano, donde trabaja Inés y dónde hacíamos los míticos bailes Ojalá no te hubiera conocido nunca y escuchábamos el Yo soy el mejor durante ATP, Inés tiene que volver a preparar un reactivo porque por algún extraño motivo sale raro y así no puede usarlo para medir sus muestras de metabolismo. Y allí está Peter, ese estadounidense bobo y pesado que es very close of mind, se aburre mucho y nos da la lata cada minuto. Puff... ¡paciencia!
Compartimos el final de la mañana pues ayudo a Inés a fijar sus muestras y al terminar nos llaman para ir a comer; un pescado, bueno dos juntos (salmón y bacalao), envueltos en albal y asados con verduras en su jugo. Delicious!
Las comidas suelen ser una mesa compartida por seis o siete personas en la que se escucha francés (los canadienses entre ellos), noruego, inglés y por supuesto castellano (Inés y yo hablando entre nosotras y siendo entendidas sólo por un noruego, John, que estuvo unos años viviendo en Chile) y... ¡porque la italiana no tiene con quién hablarlo que si no...!
Pues hoy, Inés y yo sentadas junto a la ventana, compartíamos mesa con los dos canadienses encantadores (Jean y Johannie); con Sigrid, una simpática noruega; Gaya y Peter, que siempre está preguntando qué hacemos, cuestionando cómo lo hacemos y diciéndonos: Guys! This is NOT gonna work! Y luego... ¡¡¡siempre funciona!!! Bueno, pues en medio de la comida nos grita desde el otro extremo: ¡vosotras! Bueno: Guys!!! ¡Habéis tirados vuestros guantes en la basura que no debíais en el laboratorio!
Lleva así toda la mañana. Como se aburre ha decidido controlar quién tira qué a cada basura y hacía un rato nos había dicho lo mismo pero los guantes eran morados, es decir, sabíamos que no eran nuestros y el pobre Tobías (un finlandés con el que yo comparto el laboratorio de radioactividad aunque aún no nos hemos cruzado allí) ha dicho: sorry. They were mines! Y los ha puesto en la basura correcta. Luego es cuando a mí se me ha debido pasar por alto la “organización basuril” o, mejor dicho, la separación de residuos peligrosos; y he cometido el “grave error”. Cuando trabajo dentro del laboratorio de isótopos tengo el máximo cuidado para no contaminar nada ni a nadie  (“así me lo aprendí yo” gracias a Iñigo “the supervisor” y sus ejemplos gráficos sobre ¿el hijo de Inés? en la anterior campaña) pero ayudando a Inés manipulando agua la verdad que mucho sentimiento de peligrosidad no me inspira.
El caso que ya estaba bastante harta de que sea el tío tan pesado y ande ocioso controlando todo, hablando claro: dando por saco. Cuando ni siquiera entiende lo que el mismo hace... Parece cruel pero es que es poco listo de verdad. Bueno, pues después de poner cara de pocker en plan “mierda, he sido yo” y media sonrisita a modo de sorry me ha salido el carácter. Le he dicho muy cortésmente que estábamos comiendo que We wanna be calm y que we can talk about that after lunch IN THE LAB!!! Se ha hecho un poco el silencio pero creo que todos los científicos piensan lo mismo (que es insoportable, pesadísimo y falto) y llevaba pidiendo a gritos un corte así desde hacía varios días. Aunque en absoluto ha sido premeditado, simplemente me ha salido del alma. Si hubiera querido ser desagradable se me hubieran ocurrido un millón de frases como: Please, Could you shut up for a month?! Ó simplemente: Leave us alone!!! Pero no, me he limitado a hacerle saber que quería comer tranquila.
Acto seguido a mi intervención en plan: “stop, no voy a aguantar más tonterías”, mientras Sigrid aún se sonreía discretamente, el canadiense que estaba sentado a mi lado me ha dicho en bajito y riéndose I do too! E Inés con sonrisa de oreja a oreja casi incontenible me dice en castellano: Clara, vamos a disimular pero sobre lo que acaba de pasar... ¡Puntos para tí!
No ha sido a posta, simplemente quizá no esperaba que alguien fuera a contestarle y creo haber sido bastante educada; así que supongo que se mantendrá algo más al margen (lo que su aburrimiento y curiosidad le dejen) y que ésta historieta se comentará a sus espaldas y las mías en el barco. ¡Seguro! Por lo menos ha entendido que la comida es momento para descansar y disfrutar, no para andar tocando las narices con estupideces. Score!
Tras la sobremesa bajamos al laboratorio y de camino vemos que está previsto que a las cuatro y cuarto muestreemos el CTD de esta estación para Amanda... ¡y nosotras sin enterarnos! Un rato en el laboratorio con Inés, que hoy se está encontrando trabas pero va sacando todo adelante perfect, y sin tiempo para ayudarle me subo a la Instrumental room a tomar los datos necesarios. Pero hay retraso sobre el horario previsto, así que Hans decide darme conversación durante la más de media hora que me quedo allí esperando. Cuando por fin el CTD está arriba muestreo las doce botellas, bajo a fijar muestras, poner fecha a las etiquetas y almacenarlas.
Luego un rato de gimnasio y a cenar lasaña rica.