viernes, 5 de diciembre de 2014

Reinaba la oscuridad

Empezó a pensar en un nuevo teorema. Tenía que existir una explicación lógica.

Cerca de su Pisa natal contemplaba el mar de la Toscana; su danza le embelesaba. Unas veces tan alto que acariciaba las rocas y otras tan alejado que para sentir su fría caricia había que recorrer un desierto de arena.

¿Y la Luna? ¡Oh, la Luna! Admiraba su brillo las noches en que la esfera iluminaba su deambular.

Reinaba la oscuridad. El golpeteo de las olas contra las rocas interrumpió su pensamiento. ¿Y si el Sol fuera el centro de todo? Un escalofrío recorrió su cuerpo.



- ¡Duérmete ya Galileo!




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