viernes, 5 de diciembre de 2014

Entre botones de colores

Ella no tiene habilidad ninguna para recogerse el pelo; sin embargo, cada cabello del desaliñado moño guarda perfecto equilibrio. Es de esas personas cuyo don es parecer algo sin pretenderlo.

Nunca habían intercambiado palabra alguna, pero él sabía que derrochaba frescura. Admiraba su belleza etérea, su perpetua sonrisa tras el mostrador.

Aquella mañana el aire del norte auguraba el final del otoño. Tuvo que ajustar los botones de su americana y resguardarse bajo las solapas.



Dobló la esquina. Había llegado el día; le diría lo que sentía. Con paso decidido entró a la mercería. Mientras, en la acera de enfrente, la niña del abrigo verde saltaba a la comba.



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