Después de 10 días viajando por Argentina, el día 10 de diciembre de 2023 a las 15:30 llegamos, Nacho, Paula y yo, al acceso al puerto de la ciudad de Ushuaia.
Desde por la mañana está el barco, MV Ushuaia, atracado a la izquierda, al final del muelle principal, esperándonos. Es un barco imponente, azul marino en su parte baja y blanco en la alta, de suelos verdes y tres o cuatro alturas en las que se reparten los ojos de buey, las ventanas y las cubiertas.
A pesar de ser un barco de 84,73 metros de eslora, parece pequeño en su ubicación en puerto, pues está flanqueado por gigantes moles que funcionan como barcos de crucero y que en realidad deben ser algo parecido a ciudades flotantes.
Más tarde nos enteraríamos de que el barco, de los años 60 y origen estadounidense, que había servido como barco científico oceanográfico a la NOAA durante años y fue comprado por la CIA y usado para espionaje en las costas de Cuba, fue posteriormente comprado por Antarpply para reformarlo y dedicarlo al turismo antártico.
En el acceso al muelle en el puerto, me llama la atención que no escanean las maletas de los pasajeros. Aunque pronto descubrimos una excelente organización.
A pie de barco, entre fotos y un viento intempestivo sentíamos los nervios de quien se sabe emprendiendo una gran aventura.
Nos recibieron dos guías, Verena y Adrián, que etiquetaron nuestras maletas con el número del camarote, el 634, y se las dieron a miembros de la tripulación para que nos las llevaran a través de la bodega hasta nuestro camarote.
Pau y yo hicimos el camino al camarote con gran emoción, siendo recibidas en la primera cubierta, tras subir las escalerillas de acceso, por Mónica, la jefa de la expedición, una alemana historiadora con gran bagaje y experiencia en expediciones polares. Accedemos al barco por la puerta de la cubierta de popa que da al salón, una amplia estancia llena de luz debido a sus ventanales y con grandes sofás de cuero beige dispuestos en “U” y “L” que pronto se llenarán. Al fondo, el bar, haciendo las veces de recepción. Nos recibe Fabián, un miembro de la tripulación encantador que nos informa “en secreto” que ha habido un upgrade en nuestra reserva y que vamos a disfrutar de un camarote mejor que el que habíamos contratado, con baño para nosotras solas, en el piso de debajo del salón, el primero en el que hay camarotes desde el nivel del mar y situado en el lateral de babor (izquierda en el sentido de la navegación). Un miembro de la tripulación, Miguel, nos acompaña hasta el camarote bajando unas estrechas escaleras de hierro que se encuentran entre el bar y la sala multiusos donde disfrutaremos de proyecciones y charlas científicas. El camarote es mejor de lo que habíamos imaginado. Son las 16:00 h.
Durante los primeros momentos a bordo nos dan la bienvenida, nos presentan al equipo de guías que nos va a acompañar (todo en bilingüe, inglés y español) y nos ofrecen una copa de champán y un picoteo de canapés a modo de cóctel de bienvenida. También recibimos la información de seguridad.
A las 18:00 partimos por el Canal Beagle dejando atrás, en el lateral de babor, la ciudad de Ushuaia.
Pronto nos explican las normas de seguridad y hasta hacemos un simulacro de evacuación. Instalamos nuestras pertenencias en el camarote, asegurándonos de que nada pueda caer con el vaivén de las olas.
Cena, un rato de jugar a las cartas en el salón y a dormir. Pronto estaremos cruzando el Pasaje de Drake.
Durante la noche nos despertamos alguna vez por el zarandeo de las olas pero, en general, descansamos bien. También gracias a la pastilla “tipo biodramina” que Lara, la médico del barco, nos repartió en la cena.
Video-diario 10 Dic
Video "El Barco"
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