viernes, 20 de diciembre de 2024

13 Dic 2023 (Día tres) - Cuaderno de bitácora y video-diario antártico

Nos levantamos a las 6:30, 7:00 desayunando. Fuera nieva, unos copos grandes que parecen pelusas.

A las 9:00 tenemos previsto desembarcar en Punta Portal, a 64º de latitud sur, en la Bahía Carlota. Sin embargo, la cantidad de hielo de banquisa que hay en la costa y la aproximación de la bajada de marea impiden que hagamos el desembarco en las zódiacs pues podríamos quedar atrapados. Se cancela el desembarco. Intentaremos hacer la actividad tras la cena.

Charla de pingüinos: hay 18 especies solo en el hemisferio sur. En la Antártida viven cuatro, el más espectacular el Emperador, no es fácil que lo veamos porque habita en el interior del continente. Seguramente si veremos pingüinos Papúa, Adelia y Barbijo, el resto viven en archipiélagos subantárticos o en otras zonas del hemisferio sur.

Subimos al puente.

Suena flamenco en el puente de mando, es el tercer oficial, un joven y guapo argentino que tiene una tía en Las Palmas y ha vivido un año en Italia y otro en Canarias. El tercer oficial nos explica sus turnos, horarios y funciones en el barco. Llega el capitán y se une a la interesante charla.

Fuera sigue nevando. Nos cruzamos con un barco que lleva 200 pasajeros, el nuestro es el barco turístico más pequeño de los que recorren la zona, 72 pasajeros y 42 tripulantes.

La verdad que en este barco (Ushuaia Lomé) se come bastante bien y se duerme parecido. Y a pesar de la poca actividad física no faltan ni el hambre ni el sueño. 

Después de la comida y una pequeña siesta, nos disponemos a bajar por primera vez del Ushuaia para hacer un “crucero” en zódiac por Puerto Foyn (Foyn Harbour), una zona que tuvo gran importancia ballenera a comienzos del siglo XX, en la que aún queda la baliza con la que las factorías balleneras señalizaban desde lo alto de una pequeña loma, que era zona de factoría para que los balleneros se acercaron a dejar sus ballenas (también se usaba para comunicarse si la factoría se movía, a modo de caja de Correos en la que dejaban un mensaje).

Todo esto nos lo ha contado Martín, uno de los guías, mientras nos movíamos en la zódiac y nos acercábamos a los restos de un barco que fue factoría ballenera y en el que hace 110 años hubo un incendio; el capitán decidió acercarlo a la costa de Puerto Foyn y encallarlo para salvar a la tripulación. 

Al haber tantos balleneros por la zona en aquellos tiempos, no tenían problema de quedarse aislados, les podían rescatar. 

El barco conserva aún en las bodegas, restos de arpones y demás aperos relacionados con la actividad. 

Foyn es el apellido de la persona que inventó el arpón con explosivo, muy usado en esta zona, que gozaba de abundancia de cetáceos, y mucho más mortífero que el arpón común.

Los explosivos que había en el barco factoría cuando cayó explotaron, y el barco se partió en dos; la mitad de popa se hundió en las aguas de la bahía, y la de proa es la que aún queda visible, erguida frente a una de las grandes acumulaciones de hielo de la costa. El pecio sirve hoy en día como lugar para posarse para muchas aves antárticas.

Hemos visto cormoranes, petreles. Debía haber un pingüino muerto en el agua flotando, yo no lo he visto. 

Una de las cosas que más me ha gustado, ha sido ver cómo se comienza a formar una placa de hielo marino. 

Con una sensación térmica por debajo de los 5 °C bajo cero, nevando y con el mar en calma, en el mar se empiezan a formar mini plaquitas de hielo, como láminas, que se van agregando en láminas mayores. Visualmente es como un puzzle de hielo fino que flota sobre el mar y al navegar con la zódiac la sensación es como si transitara por un fluido más denso que el agua.

A las 4 de la tarde hemos vuelto al barco, entrando directamente desde la zona de carga al pasillo de los camarotes.

Si todo va bien, tras la cena, tendremos la oportunidad de bajar a tierra. 

¡Por fin tengo internet! Aunque la incomunicación, el aislamiento y el saberme viviendo una experiencia única me encantan.

Estamos a 64° 33’ de latitud y con rumbo sur.

Recorremos el Canal del Plata hasta Bahía Paraíso con un mar plano, que parece una piscina de mercurio, llena de preciosos icebergs, donde una ballena nos saluda con su aleta contra el agua.

A la hora de comer, varias ballenas, se alimentan, dejándonos ver sus dorsos y aleta caudal (incluso la boca una de ellas) mientras se alimentan y hacen círculos alrededor del barco.

Pingüinos en iceberg, imponentes icebergs y las costas de la Península Antártica nos acompañan con un mar oscuro que es absoluta calma.

Tomamos vino en la cubierta superior. Estamos a 64° S, bajo el sol de medianoche.


Video-diario 13 Dic Toma 1

Video-diario 13 Dic Toma 2




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