Amanecemos a las 6:30 con vientos de 20-25 nudos, temperatura de 0 °C, pero sensación térmica de -15 °C. Estamos a 64° 50’ de latitud sur en el Canal Argentino. Rodeados de glaciares impresionantes que se desmadejan en enormes moles que llegan al mar. Vemos una base.
Nos dirigimos a Punta Vidt para hacer el primer desembarco a tierra en la Península Antártica A las 9:00 argentinas que serán la una de la madrugada de mañana, día 15 de diciembre, en la Antártida; pues es GTM + 13, es decir, hay 16 horas de diferencia horaria respecto a Argentina (12 respecto a Madrid). Es curioso pensarlo, pues nos estamos rigiendo por el horario de Argentina y a tan solo unos metros, al pisar tierra, estaremos en el futuro y después regresaremos 16 horas de nuevo al pasado al volver al barco. ¡¡¡En la Antártida es la misma hora que en Nueva Zelanda!!!
Hemos hecho el desembarco en Punta Vidt, muy cerca de la base Brown (base argentina). Al bajar, tres focas dormidas nos reciben. El lugar (Punta Vidt) es una especie de playa de nieve donde en cada zancada el pie se hunde hasta la rodilla. Llegamos con la zódiac justo hasta la playa, que es de piedras. Desembarcamos con nuestras botas de goma y enseguida pisamos la nieve virgen.
La playa se sitúa en una especie de pequeña loma. Los guías nos marcan los límites de dónde no podemos salirnos. Recorremos toda la pequeña extensión. En la parte más alejada de la playa, otra foca duerme en un pequeño valle.
La base argentina se encuentra cerrada, pero en tan solo una semana se llenará de científicos que estudian a los pingüinos Papúa y la meteorología antártica.
Regresando por la playa hacia la zona donde hemos desembarcado, cogemos unas piedrecitas y yo tomo una muestra de agua (un botecito para mi mini colección).
El paisaje es impresionante, el mar, en absoluta calma, la nieve, virgen, muchos icebergs de diferentes tamaños, un impresionante glaciar a pocos metros, en el siguiente entrante de la bahía… De pronto, dos pingüinos (diría que Adelia) aparecen de un salto, del agua a la playa, directos para dejarse fotografiar y hacer sus graciosos movimientos. El lugar, el momento… Increíble.
Antes de volver a embarcar para volver en la zódiac al barco, charlamos con Cindy, de Indonesia, que viaja sola.
Pasadas las 11:30 regresamos al barco. Durante el café que tomamos en los agradables sofás de cuero del Living Room, el Ushuaia comienza a moverse de nuevo. A las 16:00 nos espera una nueva aventura.
Nos montamos con Martín en una zódiac para hacer un “Zódiac Cruise” por la zona en la que hemos pisado tierra esta mañana. Concretamente vamos a Caleta Skontorp; avistamos una colonia de pingüinos Papúa en los acantilados de las inmediaciones de la base Brown, diferentes focas de Weddell que descansan sobre icebergs y apreciamos la impactante geología de la zona. En las rocas basálticas se aprecian las líneas dejadas por el avance de glaciares, como estrías. También observamos una zona de roca aturquesada (minerales de cobre), que en el interior presenta, según nos explica Martín, el guía, plata y oro. Otras zonas de roca están cubiertas por lo que parecen musgos o líquenes. En zonas protegidas entre las rocas vemos “colonias” de cormoranes y un Petrel Gigante del Sur.
El agua, repleta de icebergs de diferentes tamaños, está totalmente en calma, y, por tanto, parece un espejo que refleja completamente la bella realidad que acontece sobre ella.
Escribo este trozo del diario de viaje, mientras miró por la ventana, ya navegando en el Ushuaia, recorriendo el final del Canal Argentino hacia el norte y divisando, primero un par de ballenas, y después varios grupos de pingüinos que saltan para aprovechar la menor resistencia del aire (respecto al agua) y, por tanto, avanzar más rápido.
Al rato de los pingüinos saltarines, comienzan a aparecer ante nuestros ojos icebergs gigantes, bastante blancos y de diferentes formas geométricas. Comienza a nevar y soplar fuerte el aire. El tiempo empeora y, sin embargo, la magnificencia y belleza de este lugar, es incuestionable.
Se suspende la bajada a tierra de la noche, íbamos a conocer Punta Neko, zona en la que hay tres glaciares, pero nos quedamos con las ganas.
Cena, karaoke y a dormir.
Video-diario 14 Dic
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