Martes 07 de Junio de 2011
Un día en solitario en Tromsø, a 70 grados Norte y más de 3500 kilómetros de casa.
Johnna y Paul se fueron de madrugada, ni siquiera les oí marchar. Cuando me desperté ya no estaban. Eran las 11, ¡por fin ocho horas de profundo sueño!, sin vaivén ni agobios en la cabeza.
El día amanece gris, la niebla me impide ver las montañas que hay al otro lado del fiordo. Y una fina llovizna cae despacio. Hoy no hace frío.
Desayuno con ganas, una ducha y cámara en mano me dispongo a descubrir este lugar septentrional en el que habitan más de 60000 personas.
Tras casi tres horas de paseo regreso a casa, hambrienta, con los pulmones llenos de aire fresco, la ropa algo mojada, un par de postales para añadir a mi colección y numerosas fotos que inmortalizan parte de las grandes y pequeñas cosas que han ido cruzándose en mi camino a lo largo de la mañana.
Me he acercado hasta el centro haciendo continuas paradas (para asomarme a un sendero, fotografiar un caracol, ver a los niños jugar en el patio del cole...). Hoy no tenía prisa, ni agobio, ni apenas obligaciones. Hoy tenía todo el tiempo del mundo para observar las pequeñas cosas y disfrutarlas.
Allí, en el centro, me he asomado a los rincones, he doblado esquinas, recorrido las principales calles, me he detenido a contemplar las plazas y sólo el borde del puerto me ha hecho retroceder mi camino.
Me he cruzado con el capitán del Jan Mayen. Nos hemos saludado. Diría que se ha sorprendido de verme todavía por aquí, por estas tierras.
Con la cámara salpicada por las finas gotas de lluvia y una bolsa de cacahuetes para calmar el hambre he vuelto a casa, retrocediendo lo andado y contemplándolo desde otro punto de vista.
El día ha transcurrido así, conmigo misma, así que no debe resultar muy interesante. Yo no puedo decir que me lo haya pasado mal; es genial estar bien acompañado pero también lo es descubrir que se puede disfrutar de la soledad (bien es verdad que sé que no durará mucho tiempo, si no puede que no pensara lo mismo).
La tarde ha dado de sí para ponerme un poco al día a través de internet y de las redes sociales. He estado viendo parte de lo que se ha publicado sobre nosotros, “los científicos”... ¡Me resulta al mismo tiempo ajeno y cercano!
Tengo la sensación de estar totalmente desinformada, de llevar casi tres semanas aislada e independizada del mundo y de lo que en él acontece (en el sentido informativo me refiero). Supongo que habrá muchas cosas que no hayan cambiado por aquellas tierras, que seguirá la basura política y la televisiva; es probable que aún dure la resaca electoral, pero puede que aparte de que Nadal haya ganado otro Roland Garros (de eso si me he enterado) no hay mucho más que contar. De todas maneras trataré de ponerme al día a la vuelta.
Mi tarde frente al ordenador ha dado mucho más de sí; tanto como para tener ahora la sensación de que por el momento no puedo hacer más en lo que a organizar la próxima campaña se refiere. Con un poquito de suerte podré disfrutar de Madrid como ciudad de vacaciones durante unos días. Ojalá.
Las llamadas telefónicas y los mails (Ara muchas gracias me ha reenviado Pau el tuyo, te mando mi cariño desde estas frías tierras) han animado mi tarde. Después me he puesto a ver las casi dos mil fotos que he hecho durante esta aventura (tenía pensado subir alguna pero me es casi imposible elegir, lo seguiré intentando). Me han hecho ver este lugar, el Ártico, con cariño; pues lo vivido me deja buen sabor de boca a pesar de los momentos difíciles que, ahora si he de ser sincera, veo que son los menos.
Supongo que vosotros, aquellos con los que he compartido esto, estaréis ya inmersos en vuestras rutinas mallorquinas, que el Norte formará ya parte del pasado. Para mi aún es presente, un extraño presente que acabará en menos de 48 horas.
He pensado que quería deciros dos cosas, la primera agradeceros una vez más la compañía, el buen rollo, las risas y el cariño que ahora siento. Y la segunda que os vayáis mentalizando porque cuando Inés y yo hayamos desembarcado por segunda vez y vuelva Johnna de la Malaspina vamos a hacer una celebración por todo lo ATPalto. Una cenita rica typical Spanish (no más patatas, ni coliflor, ni carnes con salsas raras), unas cerves bien fresquitas (como las de contrabando), copear, hacer el mystic dance, el baile Madonna y lo que haga falta. Porque creo que nos lo tenemos bien merecido. Así que ¡nos vemos en Mallorca!
Mañana es mi último día en Tromsø, me toca trabajar, pero lo haré habiendo disfrutado de las pequeñas cosas y sabiendo que pronto habrá luna y estrellas o rayos que iluminen la oscuridad en medio de la noche.
Vuelve el buen tiempo y la luna está preciosa..como se nota que vienes..!
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