Miércoles 08 de Junio de 2011
Se agotan las horas del reloj de éste viaje a lo efímero, lo cambiante, lo vulnerable, lo bello.
Mañana vuelvo a casa. Me espera un largo día de viaje, deambulando entre los aeropuertos de Tromsø, Oslo, Frankfurt y finalmente Madrid.
Esto no es un punto y final sino un punto y seguido, pues pronto la aventura continuará de nuevo a bordo del Jan Mayen. No será lo mismo (sin los “trotamúsicos”), será diferente; aunque igualmente enriquecedor y memorable, ¡seguro!
Mi último día en Tromsø ha comenzado con el largo paseo hasta la Universidad, sin perderme ni necesitar mapa ¡todo un logro! Allí se supone que mis muestras deberían haber acabado de ser medidas a eso de las 10:20 pero un error de cálculo (clarasio a veces falla) me ha tenido esperando hasta más de las dos de la tarde.
Mientras tanto he solucionado todo lo que tenía pendiente hacer allí, he pasado a saludar a Hans y he empezado a preparar la selección de fotos del viaje...aún no he terminado.
Resulta que en la Universidad a las 15 horas todas las puertas de los pasillos se cierran y si no tienes la correspondiente tarjeta abracadabra te quedas encerrado. La que yo tenía era de Elisabeth, compañera de campaña, nos la dejó a Johnna y a mí el lunes. Ingenua de mí, a primera hora de la mañana, se la he devuelto pensando que no iba a necesitarla. Cuando la máquina supersónica ha terminado de medir mis muestras, he conseguido que “escupiera” los datos y la he puesto otra vez en funcionamiento, pues, el tiempo se echaba encima. Así que, ha debido de ser gracioso (para mí cuanto menos estresante) verme actuar a lo peli de espías para no quedarme encerrada.
En fin, tras esta aventura he decidido, impulsada por mi alarma del hambre, coger el bus de vuelta a casa (de Paul) y evitarme el largo paseo. Ahí ha surgido la siguiente desventura del día; me he pasado la parada y he tenido que andar lo suficiente como para que no tenga aún muy claro si me ha merecido la pena coger el bus o no.
A lo largo de la tarde he seguido con las cuestiones organizativas de la próxima campaña y también recopilando los datos... ¡Mis primeros datos de calcificación! Ahora casi puede decirse que me hace ilusión, veremos a ver lo que pienso cuando tenga que hacer el análisis estadístico...
Mi dieta de la comida y la cena ha sido bien parecida a la de los últimos días: pan integral con cereales, queso y salami. Así dicho, bueno escrito, parece que suena bien; pero después de cuatro días y con el resto de víveres escaseando no resulta ni mínimamente atractivo. Por suerte aún tengo unos pocos cereales, yogur y té para el desayuno de mañana. Es una de las cosas que más deseo de llegar a casa: comer bien, sano y equilibrado.
Mañana se acaba este día sin noche que ha durado casi 500 horas y que me ha llevado a descubrir el hielo, cultivar la amistad, reflexionar, dejarme deslumbrar, fortalecerme, aprender, soñar y hacer sueños realidad... Mañana volveré a ver la luna, las estrellas, la oscuridad... y quedará en mi recuerdo el calor del frío polar. Así que me despido del Norte, y del sol de medianoche, hasta siempre y hasta pronto.
No sé si estos días Clara en la Luna continuará pues estaré disfrutando del sabor a hogar y de todos los que estos días desde lejos me habéis animado a “volar”.
Gracias a todos por estar ahí. ¡Hasta pronto!
(Lo prometido es deuda y las fotos llegarán)
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